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Los cordones de la dignidad

Esos pies centran la mirada de todo un barrio, de ciudades, de países, de todo el mundo. Provocan alegrías y tristezas, celebraciones y lamentos. Son la antesala de un abrazo o de una lágrima. Esos pies consiguen goles inolvidables, algunos tan importantes que tienen el poder de cambiar la historia. Otros suponen títulos, o ascensos, o permanencias. La mayoría son más modestos y nos regalan una victoria o un simple instante que sabe a gloria. Esos pies, los de los nuestros, nos volvieron a regalar ese juego que hace vibrar a los rayistas, esos goles que hicieron posible la remontada ante el Granada. Pero fue algo mucho más importante que los goles por los que esos pies no solo fueron noticia, sino que nos hicieron sentir ese orgullo que tanto cuesta sentir de unos jugadores en este podrido fútbol moderno.

Los cordones dejaron de ir a juego con el modelo de las botas, con las imposiciones de las marcas, para lucir el color naranja de la dignidad. Es el que luce en las gradas de Vallekas desde que animar a nuestro equipo se ha convertido en un deporte de riesgo, desde que acudir a nuestro estadio supone dejar los derechos en la puerta. Estadio de Guantánamo, simbolizado por ese llamativo color naranja que pasó de las ropas de los socios rayistas a los cordones de los jugadores.

Siempre se ha dicho que el futbolista vive al margen de lo que ocurre a su alrededor. Acude cada mañana un par de horas a una Ciudad Deportiva alejada del núcleo urbano, entrena y se marcha en su buen coche a volver a vivir una realidad muy diferente a la de todos aquellos que acuden al estadio a animarle. Sí, eso también pasa en nuestro equipo, y pasaría mucho más si no lleváramos tantas temporadas tan encima de los jugadores. La reunión en pretemporada les hace empezar a conocer donde han llegado nada más aterrizar en nuestro en nuestro club. La visita guiada por nuestro barrio a los nuevos fichajes les permite entender dónde juegan y quiénes estamos detrás de ellos. Las reuniones periódicas les mantiene siempre informados y conectados de lo que sucede más allá del césped. El trato de tú a tú les hace sentir uno más, en un lugar en el que no piden tantos autógrafos o fotografías como gestos de cercanía con sus socios. Por todo ello no sorprende que, cuando se propone dar un paso al frente en un gesto simbólico como los cordones, ninguno de ese vestuario mire para otro lado.

Tampoco miraron para otro lado cuando se les propuso sacar un comunicado público firmado por toda la plantilla o por aquellos jugadores que así lo quisieran, pero pelear contra la censura impuesta desde arriba es aún demasiado. La prohibición del presidente Martín Presa ha impedido que ese escrito, en el que la plantilla simplemente pedía respeto por los derechos de sus aficionados, viera la luz. Este gesto represivo solo hace dar aún más valor a esos cordones que han vuelto a unir a equipo y afición en un momento en el que parecía perderse ese espíritu.

Los jugadores no viven de espaldas a nuestra realidad, no pueden, porque no se lo permitimos, porque para estamos nosotros también, para informarles de los atropellos y persecución que sufrimos todos los rayistas que tan solo queremos animarles sin miedo, con libertad. Lo saben, nos defienden. Por ello volvieron al terreno de juego cuando las gradas ya estaban prácticamente vacías. Por ello salieron a saludar, de frente a ese Fondo perseguido, y no dudaron en hacer suyo el único banderón que la ley de Tebas y la cobardía de Presa permitieron pasar al campo. Lo agarraron y lo colocaron sobre el césped, luciendo ese escudo de la ADRV convertido ya en un símbolo de la resistencia y reivindicación rayista y que no pararemos hasta lograr recuperarlo.

Gestos. Gestos tan pequeños y a la vez tan grandes. Gestos que suponen tanto, de un valor tan incalculable porque aluden directamente a los sentimientos. Gestos con tanto poder que probablemente no volvamos a ver. De ello se encargará Javier Tebas y su Comisión Antiviolencia, que no dudó en hacer el ridículo nacional al denunciar este gesto y abrir una investigación por la utilización del color naranja. Sí, ya no habrá cordones naranjas porque los jugadores han sido amenazados. La libertad de expresión en el fútbol hace tiempo que murió, ahora tan solo asistimos a su entierro.