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Eibar 1-2 Rayo, La Grada

A lo largo de una temporada hay momentos claves, gestos puntuales, acciones envueltas en casualidad que, sin apenas trascender, sin ni siquiera ser sus protagonistas conscientes de ello, tienen tanta importancia que pueden determinar el devenir. Menos aún se espera que algo así pueda suceder en un desplazamiento a Eibar. Un sitio acogedor, donde la gente se preocupa por hacerte sentir como en casa y te recibe con pancartas de apoyo repartidas por toda la ciudad. Es la simpatía que se siente casi de forma instintiva por aquel que es como tú, cortado por el patrón de la humildad, nadando también a contracorriente. No es nuevo. En esa ciudad, en ese césped de Ipurua, nos hicimos mayores, aprendimos entre lágrimas a querer aún más a nuestro equipo. No hay rayista, veterano en este barco o grumete recién embarcado, que no tenga clavado aquel día en el que la Segunda B nos abrazó a su infierno durante otra temporada. Con el tiempo, no es que se agradezca, pero el levantarnos aún con más fuerza de un golpe así nos hizo ser lo que somos ahora.

Benditos años de Segunda B, tan duros entonces y tan anhelados ahora en estos tiempos de represión, prohibiciones y fútbol podrido. Aquellos tiempos en los que no había que dar DNI para conseguir una entrada y se convencía en la misma puerta al taquillero para rebajar unos euros, o directamente subías a un cerro a ver el partido o incluso te colabas haciéndote pasar por jugador aunque fueras con un cubata en la mano. Eso era fútbol de verdad. ¿Lo de ahora? Ni parecido. Pero al menos en lugares como Eibar se lucha por mantener esa filosofía, por demostrar que otro modelo es posible, que los socios no somos meros consumidores, sino que debemos ser partícipes en nuestros clubes. Y todo eso, desgraciadamente, sigue sin entenderlo Martín Presa, ni los mafiosos que te impiden comprar una entrada sin informar de DNI, modo de transporte, plan de viaje y casi color de calzoncillos. Pero ante su represión, volvió a ganar nuestra imaginación y esfuerzo. Bukaneros ganó de nuevo, amigo Tebas.

Desde que pusimos pie en Eibar nos dimos cuenta de que lo que teníamos por delante iba a ser mucho más que un simple viaje. Un mar de pancartas colocadas por los rincones más emblemáticos de la ciudad nos recibían con lemas de apoyo y contra Javier Tebas. Y nosotros, decidimos sumarnos colocando las nuestras propias en los alrededores de Ipurúa. Una vez más, el lema #BukanerosResiste dio en las narices de todos aquellos que desean vernos muertos.

Tras ingeniárnoslas para colar nuestra pancarta de viajes y colocarla en la valla, nos dispusimos a animar a nuestro equipo desde el calentamiento, junto a unos dos centenares de rayistas que ocupaban la grada visitante. Comenzaba el encuentro y la grada de Eskozia La Brava se vestía de gala, con un tifo en el que estaban representados los hinchas del conjunto armero junto a varios rayistas, acompañado de una pancarta en la que se podía leer: «Esto es Fútbol». Mención especial también a la pancarta que nos dedicaron en el minuto 12: #BukanerosResiste, mientras todo el estadio cantaba contra Tebas y su liga de mierda.

El Eibar se adelantaría en el marcador con un gol tempranero que, sin embargo, no haría decaer la animación de la afición rayista, que volvió a rayar de forma inmejorable, con un gran bufandeo en el minuto 24. Y los ánimos dieron sus frutos, aupando a los nuestros a empatar el partido en el minuto 40 tras un gol de Bueno, y adelantarse en el marcador en el 42 con un espléndido cabezazo de Manucho, que nos hacía irnos al descanso con el resultado a favor.

Con esta espectacular remontada, podéis imaginar la fiesta que se vivió en nuestra grada durante toda la segunda parte, en una noche de rayismo, y sobre todo de unidad en unos tiempos tan difíciles. Pero el Eibar no se dio por vencido, y amenazó la portería rayista con muchísimo peligro, obligando a Cristian Alvarez a emplearse a fondo para mantener el resultado. 

Y después del pitido que daba por terminado el partido llegaba la celebración en nuestra grada, con el campo vacío, y con varios jugadores saliendo a festejar con nosotros la victoria. Como siempre, volvió a retumbar una Vida Pirata más sentida que nunca, ya que prácticamente habíamos asegurado la permanencia. Con los 3 puntos en el bolsillo, y el derbi ante el Real Madrid en el horizonte volvíamos al barrio con los deberes hechos, y con nota.