Levante – ADRV, La Grada
Bukaneros volvía a tomar las carreteras. Medio año después, la Banda Criminal revivía la sensación de subirse en un autobús. No era para menos, con la huelga a punto de desconvocarse, en medio de un desplazamiento masivo de la afición rayista, y peleando por salir del descenso contra uno de los rivales directos por la permanencia. No podíamos fallar, y no lo hicimos.
Poco antes de llegar a Valencia, realizamos una foto de familia todo el Rayismo con una pancarta que decía ‘Equipo y afición queremos solución’. Cuanto todos vamos a una se nota, y parece ser que alguien se dio cuenta en las semanas posteriores de que la única forma de que esto funcione es que todas las partes rememos a una, en la misma dirección.
Tras una larga previa, los rayistas fuimos citados por medio de la Plataforma ADRV en una plaza cercana al Ciudad de Levante, desde donde saldríamos juntos en corteo. Con la pancarta de ‘Vallekas’ presidiendo el mismo llegamos a las puertas del estadio, donde nos encontraríamos una desagradable sorpresa.
Cacheos desproporcionados, material de nuestro grupo requisado totalmente aleatoriamente y nulas explicaciones. Tal fue el despropósito, que tras ser permitida la entrada de nuestra pancarta de viajes -la misma que lleva más de una década acompañándonos-, una vez colocada en la grada se nos comunicó que por órdenes «de arriba» teníamos que retirarla. Tampoco se permitió la entrada de elementos de animación como bombos y megáfonos. Una muestra más del despropósito de las medidas de la LFP, que quedan a la libre interpretación del coordinador de seguridad de turno.
Una vez situados en la grada, era el turno de alentar a los nuestros, que sintieron el apoyo de más de medio millar de rayistas gracias a una gran animación. Sin embargo, el Levante nos endosó dos goles en la segunda parte, lo que no fue óbice para que siguiéramos animando con esperanza. Esto se tradujo en el gol de Pablo Hernández, que nos dio esperanza para luchar por el empate. No pudo ser, pero al menos no bajamos los brazos ni un instante.
Tocaba volver a Vallekas con el orgullo intacto tras la derrota, con esa sensación que solo te puede aportar viajar con tu grupo y que parecía ya olvidada.
¡Nos vemos en las carreteras!
