Rayo 5-0 Ávila, La Grada (Partido amistoso)
Un miércoles cualquiera y con el mínimo margen de maniobra. Llegaba la noticia de que teníamos amistoso. El rival no era precisamente de los más duros, un Tercera División en puestos de descenso como el Ávila. Pero estamos más que acostumbrados a hacer de cada partido de los nuestros algo fijo, ya sea contra ‘poderosos don dineros’ de la Castellana o contra un equipo en serios problemas por mantener una categoría inferior.
Y además, se presentaba una situación inmejorable para demostrar a los nuestros que no se pueden poner puertas al campo. Así que en nuestra casa y sin etiquetas de LFP ni historias varias, nos tiramos de cabeza a hacer lo que mejor hacemos, quererte sin esperar nada a cambio.
Si algún día jugamos en Europa, la grada debería estar al mismo nivel. Un día laborable, a las 17.00h, ante un Tercera y en partido amistoso, pero el Fondo presentaba un aspecto increíble. Nuestra gente, nuestra pancarta. Y las pancartas del resto de peñas. Un gesto de unión contra la sinrazón que estamos viviendo en el barrio.
Pero ojo, que el hecho de que la LFP no ejerciera sus formas de hace 40 años no implica que no hubiera dificultades. No pasó todo el material, gracias al celo de la seguridad pública o privada, que al final pagamos los rayistas.
Con los tifos en la calle durante al menos la primera parte, nos lo pasamos pipa. Había estandartes, banderones, megáfono, bombos… Poca policía y mucha diversión… Ah, y también poca televisión. Vamos, ninguna. Así que fue retrotraerse en el tiempo, tanto que hubo hasta sus lingotazos de alcohol para los que necesitaron más animación. Por un momento respiramos fútbol de verdad, ese que algunos se empeñan en destruir.
‘Fiesta retro’ pero de las que llenan. Ver a los rivales del Ávila felicitarte. O incluso a los tuyos dedicarte palabras de las que ahora tocan la patata por lo condenado del momento: “La afición es genial, hasta en los amistosos animan al equipo. El ambiente es muy bueno”, decía a los periodistas el bueno de Kakuta.
Partido y momentos tan de los de antes -de los que peleamos por volver a vivir- que tampoco faltaron los tifos. Y porqué conformarse con uno cuando a nuestro Komando Tifon le daban dos.
No hemos ganado la guerra, pero es otro paso reconfortante, pequeño, pero alentador. Y de pequeñas batallas vencidas estamos construyendo, quizá sin saberlo, la gran victoria en esta guerra desigual.