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Rayo 1-0 Real Sociedad, La Grada

¿Habrá alguna semana tranquila? ¿Llegará el día en el que podamos pensar todos en fútbol y no en la sorpresa que nos espera al entrar al estadio? Quizá eso solo llegue cuando consigamos por fin disfrutar de un Rayo en manos de rayistas, sin importar categorías, ni dejar de visitar grandes estadios o recibir la visita de equipos poderosos. Quizá sea ese día en el que podamos disfrutar de verdad del fútbol y de nuestro equipo, porque llevamos tres temporadas con esta en Primera División y el rayismo tiene la sensación de no haberlas podido disfrutar como merecemos, de que nos han robado la ilusión, de que hemos afrontado y seguimos afrontando demasiadas batallas.

La última en uno de esos partidos que deben ser una fiesta y que volvieron a convertir en un problema, pese a todo el trabajo del grupo por solucionar la situación y hacer ver a Martín Presa la necesidad de rectificar su línea de actuación con todos los socios, y con nuestro grupo en particular.

Y es que las trabas para poder expresarnos en la grada no impiden que nuestros mensajes lleguen a la gente, como muestra la pancarta colgada en plena Avenida de la Albufera en solidaridad con toda la juventud combativa, especialmente la del pueblo vasco, tan criminalizada en los últimos tiempos.

Obligada, y muy agradecida por la afición donostiarra, la pancarta en recuerdo a Aitor Zabaleta, seguidor asesinado vilmente en las inmediaciones del Vicente Calderón en un desplazamiento siguiendo a su equipo. Que su caso sirva para que todo peñista que visite Vallekas siguiendo a su equipo sea respetado, sin importar cuál sea su equipo. Así ha sido siempre y así debe seguir siendo.

El homenaje pasó de la calle a la grada, aunque la pancarta costara al grupo de nuevo las identificaciones por parte de la seguridad del club, o intento de identificaciones, porque no estamos obligados a entregar nuestra documentación a estos policías frustrados que solo siguen órdenes de más arriba. Se repetía la situación del partido anterior ante el FC Barcelona, con decenas de identificaciones y con amenazas de multas (que en el caso de nuestro speaker le ha costado 3.000 euros sin ni siquiera haber sido identificado), por lo que el grupo decidió plantarse.

Se informó al resto de la grada por megafonía: no se animaría hasta que alguien de esta maldita directiva pusiera una solución. Fue la decisión tomada por todos los socios en la última asamblea general, si hay identificaciones del club solo por entrar a nuestro propio estadio no hay animación. Por encima de un partido, de un resultado, del propio equipo, está nuestra gente, estamos nosotros, por eso el Fondo al completo se solidarizó sentándose y no animando.

En el minuto 13 llegaron los habituales y necesarios cánticos contra Martín Presa, esta vez con más rabia que nunca. El resto de peñas y rayistas también sufre cuando nuestro grupo es maltratado y cuando nuestro equipo no siente nuestro aliento. Hasta la numerosa afición donostiarra se dejó la garganta contra Presa, en un gesto que dice mucho de lo grande que es.

Ante este panorama, y con los directivos muy nerviosos en el palco ya que el equipo también estaba sufriendo, encontramos la solución esperada: no habrá más identificaciones, con orden expresa a los numerosos jefecillos con los que nos topamos en cada partido y a los empleados de seguridad. Una nueva batalla ganada por la firmeza, el trabajo y la solidaridad de todo el grupo. El camino de los rebeldes, los independientes, los que nada debemos a nadie, está lleno de obstáculos, pero también de honor y orgullo.

Los cánticos volvían a retumbar en nuestro estadio, volvían a levantar a un equipo más necesitado que nunca y que afrontaba los últimos minutos con empate a cero. Un último esfuerzo desde la grada y penalti dudoso a nuestro favor. Ese penalti no lo señaló el árbitro, lo señaló ese Fondo que presionó sin parar. Gol y éxtasis general.

El partido terminó en el césped, pero no en una grada que siguió animando minutos y minutos después, tanto que la plantilla tuvo que vestirse de nuevo y salir al césped a agradecer el apoyo. Buen gesto de los jugadores, a los que esta vez no hizo falta decirles nada para que salieran a disfrutar de la fiesta con los suyos.

¿Qué pasaría de poder pensar sólo en fútbol, de estar en manos de una directiva ‘normal’? Esperemos poder descubrirlo más pronto que tarde. Porque ese día llegará, porque Martín Presa no es más que una pesadilla de la que vamos a despertar, y no nos importa en qué categoría.